En esta no queda nadie afuera, en esta sí que estamos todos adentro y no hay excusa en esta nos anotamos todos. Vos que estás leyendo te preguntarás con esas casi clásicas preguntas de rigor. ¿Va a servir para algo lo que vas a pedir? ¿Tengo algún beneficio con esto porque algo hay que ganar?
En realidad quiero proponerles a todos que cambiemos el corazón pero esta vez en serio. De una vez y para siempre. ¿Qué me vas a decir? Ah ya sé. Me vas a decir que somos buenos, que no le hacemos mal a nadie, que laburamos todo el día haciendo lo nuestro, que vamos y venimos mientras los de arriba hacen sus negocios y nosotros la vemos pasar. La vemos pasar a veces porque por ahí un pequeño chanchullo tenemos todos. Claro que todos, hasta el más santo tiene una mancha.
Con esas contestaciones ya le estamos esquivando al bulto. Otra vez llenamos el espacio de palabras y nos parecemos a esos políticos de acá, de allá y de todas partes. Esos políticos que le hablan no sé a quién (aunque en realidad ellos saben a quién) pero sí estarías en su lugar ¿qué harías vos? Claro poderoso caballero es Don Dinero. Me mirás y te lo pones a pensar. Y ahí viene la clásica respuesta de ocasión y decís “y no sé es jodido, hay que ver hasta de cuanto estamos hablando”, y al final rematas tu respuesta diciendo “si me pagan el precio yo agarro”.
Sabes una cosa tendríamos que desterrar de una vez por todas esa respuesta que damos cuando nos preguntan ¿Cómo estás? Esa respuesta que todos agregamos hasta con los saludos que damos y recibimos. Sí nos sale tan naturalmente que hasta nos viene bien para cerrarle la puerta al que quiere interiorizarse. Autodefensa le dicen.¿Cómo no te imaginás la respuesta? ¿No me digas que más de una vez no la decís?
Esa respuesta inocua y vacía es cuando decís “Bien. Todo bien”. Una expresión estupenda para decirlo todo y no decir nada. Y me pregunto cómo se hace para que llegues vos, yo y los demás a decir que está todo bien. Y la verdad que no está todo bien, algo de verdad está mal en el corazón de cada uno de los argentinos, que sumados en un todo no logran hacer un solo corazón en cosas que son más importante que muchas cosas que la imaginamos.
Que le pasa al corazón de los argentinos que ya no le duele nada, Le pasa a ese corazón del que se dice a veces que es que le entran todas las balas y que nada parece conmoverlo. Un corazón que está enfermo y ya nada lo conmueve. No hay descargas de electroshock que le permita revitalizar este corazón malherido.
Un corazón que se acostumbro a escuchar mentiras, sandeces y vanas excusas de todos los dirigentes, de un lado y de otro y en todos los ámbitos de la sociedad. En la política, en el deporte con todas sus ramas y sí sigo nombrando de seguro nos quedaríamos cortos. Y esto no es un tema de casuísticas, esto es un tema serio por qué cada vez más nos acostumbramos a las muertes de todo tipo.
La muerte sin sentido anda deambulando por la Argentina hace tiempo y cada vez se lleva a más gente. La muerte estaba amontonada entre los que viajaban en el Sarmiento y se llevó a 52 personas. Está en cada picada y exceso de velocidad en eso que tanto querés: tu auto. Anda también en los coches sin verificación y en mal estado por las rutas, y anda también en los tribunales.
No para que decís? No te metas con la Justicia y sus honorables funcionarios, y menos con los abogados. No jodas que esos siempre tienen las de ganar, nunca esos son responsables que decís?
Te contesto que Priscila tenía 7 años. Qué los vecinos sabían que la cagaban a palos pero fue mejor escuchar la música que sus gritos de dolor y pedidos de ayuda. Que sobran en el país trabajadores sociales para estar al servicio de los juzgados y no tienen donde laburar aunque los pobres y víctimas de violencia familiar aumenta diariamente. Y te puedo decir más pero dejá la lista ahi nomás
Entonces crees que está todo bien cuando los errores de acción y omisión de más de uno, la impericia cotidiana y por sobretodo la negligencia se va cargando a los muertos pero en el caso de los responsables se tornan anónimos e inimputables.
La corrupción mata dijo el Papa Francisco y la corrupción no es solo la de arriba y la de abajo sino la que está en el corazón de cada uno de los argentinos. En ese corazón que necesita ser curado y cambiado. Un corazón que no este solo pintado de celeste y blanco para cada mundial sino para jugar el partido más importante, vencer en el desafío más difícil, en ese enfrentamiento al que le escapamos siempre. El enfrentar definitivamente a las mezquindades que tenemos todos y en todos los sectores de la sociedad.
En esta batalla para que cambiemos el corazón estamos anotados todos, desde los que caminamos los tribunales sabemos de las carencias que tienen los juzgados de familia pero que en su afán por el rigor del proceso se olvidan de lo más importante que son los menores. Pasando por los funcionarios que retardan medidas cuando existen evidencias de maltrato familiar y también de vos vecino o circunstancial testigo que preferías escuchar la música que tapa los gritos de un chico al que lo están moliendo a palo y otras yerbas.
Mientras sigamos con ese dale hace lo tuyo que está todo bien y dejemos nomas que la cosa pase total dejándonos de joder con eso de andar cambiando el corazón que no sabemos si nos trae alguna ganancia, optimizando el "no te metas" al corazón no lo podremos cambiar. Ahora si lo cambiamos lo que sí tengo claro es seremos y viviremos un país mejor.
Eduardo Piedrabuena
* Nota: Priscila Lafuente de 7 años fue asesinada por su madre y su cuerpo primero se trató de quemarlo en una parrilla pero finalmente fue arrojado en un arroyo dentro de una bolsa de plástico. El padrastro y hermanos participaron en el traslado del cuerpo en un cochecito de bebe por las calles de Berazateguí (Provincia de Buenos Aires)
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