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lunes, 15 de julio de 2013

Discípulos y Misioneros

Queridos  Amigos y Sembradores:
Quisiera basar la reflexión de hoy en el lema de la V Conferencia del CELAM en Aparecida realizada recientemente:

“DISCÍPULOS Y MISIONEROS DE JESUCRISTO PARA QUE NUESTROS PUEBLOS EN ÉL TENGAN VIDA”

Dijo allí el Papa Benedicto XVI: “la palabra discípulo recuerda la dimensión de la formación y el seguimiento; el término misionero expresa el fruto del discipulado, es decir, el testimonio y la comunicación de la experiencia vivida, de la verdad conocida y asimilada. Renovar con alegría la voluntad de ser discípulos de Jesús es la condición fundamental para ser misionero recomenzando desde Cristo”.

Todos sabemos que es  Jesucristo el que llama (Lc 6, 12-13) y que esa  invitación  es personal cuando nos dice: Ven y Sígueme (Lc 18, 22). Cuando esto sucede nos planteamos diferentes preguntas o seguimos como si nada ocurriera, indiferentes.
¿Qué hacer ante esa llamada?¿ Cómo responder?  ¿Cómo descubrirla? ¿Qué nos pide?

La llamada de Cristo pide oídos de discípulo (Is  50,4) es decir oídos atentos para escuchar y prontos para obedecer. Pedirle de corazón al Señor como Samuel: “Habla Señor que tu siervo escucha” (1Sm 3, 10)
A la llamada de Cristo el discípulo responde con toda su vida. Es una respuesta de amor a una llamada de amor.
Esta respuesta lo vincula inmediatamente a una comunidad de fieles en la que discierne luego cuál es su misión en la Iglesia y en la sociedad.

El Cardenal Rodríguez Maradiaga, nos dice: El ser misionero es algo sustancial en los discípulos. Los bautizados necesitamos un espíritu misionero más vivo, más creativo, con nuevos bríos. Hay que renovar la misión.
¿Y cuál es esa misión a la que hemos sido enviados-urgidos-mandados?
La predicación viva de la salvación en Jesucristo.

Esta reflexión nos lleva a pensar en ese llamado que Cristo nos hizo a cada uno de nosotros y a descubrirnos discípulos y misioneros dentro de una comunidad de fieles llamada Puente y que como dice el Cardenal Rodríguez Maradiaga: Necesitamos un espíritu misionero más vivo, más creativo, con nuevos bríos. Hay que renovar la misión”.

Oportunidades no nos faltan, llamados tampoco, necesidades menos. El Señor espera  nuestro discernimiento y nuestra respuesta para hacer un:
PUENTE GRANDE QUE UNA LAS DOS ORILLAS EN DONDE Y CUÁNDO ÉL LO QUIERA.
           
Que el Señor nos ayude a descubrir nuestra misión, es tarea de todos en comunidad y personalmente.


Reflexionemos:
¿Tengo claro cuál es mi misión? ¿La cumplo?

De la publicación: "Entre Sembradores" , de Mariel Burgo- Julio 2009

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