Páginas

domingo, 10 de marzo de 2013

Mensaje para la Cuaresma y Pascua Año 2013

VIGOR

Queridos amigos, vivimos un tiempo marcado eclesialmente por la renuncia de un Papa y el advenimiento de uno nuevo. Nuestro querido Benedicto XVI nos dejó un nuevo mensaje al final de su pontificado: cuando dio el motivo de su renuncia, explicó que le faltaba el VIGOR necesario para llevar bien la función del ministerio Petrino. Esto puso a los cardenales sobre una de las pistas para elegir al sucesor, que necesariamente deberá tener ese VIGOR. 

Ocurre que los mares que hoy surca la barca de Pedro, nuestra Iglesia, son turbulentos y la cosa amenaza con empeorar, el pronóstico anuncia tiempos difíciles y para tiempos así es claro que se necesita VIGOR.
 
El VIGOR será necesario no sólo para el nuevo Papa, sino también para cada católico, para nosotros, pues el ambiente social y cultural de nuestra época ha pasado de la indiferencia de muchos hacia la Iglesia a conductas francamente hostiles y, en algunos casos, a una verdadera persecución.

No son sólo algunos grupos minoritarios, que siempre hubo, sino cambios en las leyes, incluso de países con raigambre católica, que marcan un alejamiento de los principios de nuestra civilización, muchos de ellos inspirados en nuestra fe. Las consecuencias de esos cambios se están dejando sentir fuertemente en muchos ámbitos de nuestra vida cotidiana, ya que se imponen pautas en los medios de comunicación, en los planes educativos, en sentencias judiciales, etc. Así, se retiran símbolos religiosos de lugares públicos, se impide la manifestación pública de nuestras creencias sobre algunos temas, como el desorden de los actos homosexuales, o de dar categoría matrimonial a las uniones de personas del mismo sexo, por citar algunos ejemplos. Y lo más reciente, hablando siempre de países occidentales, es el caso de EEUU en donde la obligación legal está cayendo sobre instituciones católicas (colegios, universidades) para que aseguren a sus empleados cobertura en materia de anticoncepción y aborto, bajo pena de severas sanciones. 



Uno de los últimos reductos legales viene siendo el derecho a la objeción de conciencia, por ejemplo en el caso de médicos que trabajan en hospitales públicos donde la legislación autoriza el aborto legal, sin embargo también ese derecho está siendo muy cuestionado. 

Estos son sólo algunos ejemplos de esa fuerte corriente, que viene en aumento, abiertamente contraria a la Iglesia. Así, de pronto los católicos, por el hecho de querer ser coherentes con su fe, pueden ven peligrar sus fuentes laborales, cuando no su libertad.

En otros países, donde los católicos son minoría, asistimos a un preocupante aumento de asesinatos de los mismos, incendio de Iglesias, etc. Un tiempo nuevo de numerosos mártires.
Todo esto pone, y pondrá cada vez más, a prueba la solidez de nuestra fe y por eso, seguramente inspirado por Dios, el Papa Benedicto XVI convocó al año de la fe que estamos transitando, oportunidad de revisar nuestra fe o nuestra falta de fe en muchos casos, para tomar una actitud decidida frente a esto. 
En los tiempos que corren y en los que se avecinan, no basta una fe tibia, sino que tendrá que ser VIGOROSA. No podemos ignorarlo.

¿QUÉ VAMOS A HACER?

¿Acaso acobardarnos o desanimarnos? ¡De ninguna manera! ¡Esta es nuestra hora en la historia! Ésta es la hora que pide de nosotros asumir un protagonismo convencido y convincente. “No hemos recibido un espíritu de temor, sino de HIJOS” (Rom 8,15).
Nos dice la Palabra de Dios: “…estimo que los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros. Pues la ansiosa espera de la creación desea vivamente la revelación de los hijos de Dios” (Rom 8,18-19).

¿Qué hacer entonces? Pues acrecentar el vigor de nuestra fe y, para ello, me permito ofrecer algunas pautas de conducta adecuadas a estos tiempos:

1. Primero CONFIAR en el fundador y conductor de la Iglesia, nuestro Señor Jesucristo, que nos prometió que las puertas del Hades no prevalecerán contra ella (Mt 16,18). Las pruebas nunca serán superiores a nuestras fuerzas (1 Cor 10,13). Se trata de inscribir en nuestro corazón, como una bandera, esta frase: “Jesús, en vos confío”.

2. ORACIÓN: Una oración desde el corazón. Movida por el amor y el deseo de la gloria de Dios y la salvación de los hombres. ¿Hacia dónde se inclina nuestro corazón?

Las promesas de Jesús a la oración son sobreabundantes: “Pidan y se les dará” (Mt 7,7-8); “Si me piden algo en mi nombre, yo lo haré” (Jn 14,14); “Les aseguro también que si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos” (Mt 18,19).

3. Acudir con frecuencia a la PALABRA DE DIOS, y profundizarla, especialmente los Evangelios: conviene hacer un plan de lectura que habrá que respetar. Necesitamos que esa Palabra se haga vida en nuestra vida cotidiana.

4. Avivar la vivencia de los SACRAMENTOS, especialmente la Reconciliación y EUCARISTÍA, por lo menos dominical.

5. Vivir la COMUNIÓN: El gran enemigo es la división dentro de la Iglesia y la responsabilidad es nuestra, de quienes somos sus miembros: todos alrededor del nuevo Papa y de cada obispo en las Iglesias particulares.
No quedarse aislados, integrarse: puede ser en algún Movimiento eclesial, en la parroquia,  en grupos de oración o reflexión de la Palabra, etc.

6. Necesitamos buena FORMACIÓN en la fe y en el conocimiento del mundo actual y su evolución. La formación en la fe es especialmente necesaria porque no se trata de creer lo que a cada uno le parece, sino en las verdades íntegras de nuestra fe, condensadas en el credo. La Iglesia provee mucho material para ayudarnos en esto: catequesis papales, documentos, etc. Por otro lado cabe que estemos bien informados, ya que abunda la información tendenciosa y sesgada, cuando no directamente falsa. Por eso es recomendable tener acceso a  material de agencias informativas confiables, como  puede ser Aciprensa, Aica, etc.

7. Asumir un MAYOR COMPROMISO de servir en algún lugar de la Iglesia: no basta lo hecho hasta ahora. Se requiere generosidad para dar nuestro tiempo y esfuerzo. Es necesario SALIR, NO QUEDARSE ESPERANDO. Salir a buscar a los alejados, pues ellos tienen insatisfecha la necesidad más grande que existe: la necesidad de Dios.

Termino con la Palabra de Dios que nos anima: “el mundo, la vida, la muerte, el presente, el futuro, todo es de ustedes; y ustedes de Cristo y Cristo de Dios” (1 Cor 4,22b-23).
  
Queridos hermanos, el triunfo de la Iglesia está garantizado por la Resurrección de Jesucristo.
¡Feliz Pascua de Resurrección y venturoso 2013 librando el Buen Combate de la fe!
                                                                                                                                        
Rogelio G. Núñez
Movimiento Puente
Presidente

No hay comentarios:

Publicar un comentario

IMPORTANTE

Los artículos y comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Aquel usuario que incluya en sus mensajes algún comentario violatorio del reglamento será eliminado e inhabilitado para volver a comentar.

Nuestras Visitas

Archivo del blog